Savia nueva en los banquillos

Cristina Paz y Ana Silva entrenan a dos equipos del Boscos ayudadas por la delegada Marga, "la mejor que he tenido nunca", desvelan

“Creo que hay entrenadores que han sido más cerrados con nosotras por ser nuevas que por ser mujeres”. Un ejemplo más de que las cosas han cambiado. Menorca cuenta a día de hoy con cuatro entrenadoras que se encargan de equipos masculinos. Las menorquinas Irene Olives y Magda Torrús, la madrileña Cristina Paz y la gallega Ana Silva son el ejemplo de que el fútbol se preocupa cada vez menos del sexo y más por el aprendizaje. Sporting Mahonés, Atlético Villacarlos y Dosa/Boscos son los clubes que han apostado por ellas y las protagonistas se sienten respaldadas.

La más mediática de las cuatro, por currículo, es Ana Silva, ex jugadora internacional con España de la selección de fútbol sala, y a día de hoy responsable del alevín del Boscos, además de los prebenjamines del municipal de Sant Antoni. La gallega, ex del Deportivo de la Coruña, admite que “somos educadoras y más que trabajar para competir lo hacemos para educar” y matiza que en su equipo “no hago selección para que jueguen los mejores sino que lo hacen todos”. Silva, que como jugadora se proclamó campeona de Balears con el Sporting Mahonés de fútbol sala, lleva cuatro años en la isla, de los que tres se los ha pasado trabajando para Serprosport.

Reconoce que no ha tenido problemas ni discriminaciones por ser mujer en los campos de Menorca pero sí que lamenta que “Lendoiro, actual presidente del Deportivo, cerrara el equipo femenino a pesar de que fuimos campeonas de España varias veces porque decía que no era rentable”.

Su compañera de club, Cristina Paz, también fue profesional del fútbol. “Llegué a la Isla tras conocerla en unas vacaciones y decidí cambiar mi vida radicalmente y nada más aterrizar me ofrecieron entrenar al Sporting Mahonés femenino y fuimos campeonas de Baleares”, explica la técnico, que lleva al Boscos infantil de segundo año y que tras la marcha de Santi Orasio del Dosa, también trabajará con el equipo de Liga Nacional Juvenil. “Tras el Sporting se puso en contacto conmigo la empresa Serprosport porque buscaba entrenadores titulados y tres años después todo va muy bien”, explica Paz.

La exjugadora señala que “cuando te pones a jugar a fútbol poco importa si eres chico o chica, cuando el balón está en medio, los jugadores se olvidan de lo demás y con los padres me pasó igual, te ven trabajar, que no lo haces mal y acaba siendo lo que es, algo normal”. Paz admite que “cuando un chaval ve que su entrenador es una chica al principio se queda parado, pero luego ya está” y lamenta que “aquí en Menorca “las chicas acaban jugando a baloncesto o a volley porque el abanico de posibilidades no es tan amplio, cuantas más cosas hay es mejor”.

La madrileña cree que “no he tenido problemas por ser chica sino que a nivel general tenemos una cultura que ve como algo normal que en el fútbol se insulte y en mi equipo les digo que se puede hablar pero no faltar al respeto” y como una de las lacras de la Isla subraya que “entre clubes no hay apoyos, en lugar de ser rivales deberíamos hacer lo posible para colaborar porque nos limitamos entre todos”. El aspecto más positivo para Cristina Paz, que cree que “los entrenadores de Menorca son un poco fríos al principio al recibirte”, es que “he encontrado la mejor delegada que he tenido nunca, Marga, que es un encanto no porque sea mujer sino porque realiza un gran trabajo y siempre está dispuesta”.

EL TOQUE MENORQUíN

Una de las jugadoras que más méritos ha hecho en los últimos años es Irene Olives. La mahonesa llegó a jugar en las categorías inferiores del FC Barcelona junto a Clara Villanueva, que ahora está en el Granada. Irene empezó a jugar a los 8 años “y a los 12 tuve que dejarlo porque antes las chicas no podían jugar con los chicos más allá de alevín así que hasta los 16 no pude competir”.

Olives es hija del conocido entrenador y jugador menorquín Justo Olives. “Mi padre ahora ve bien que entrene, aunque al principio no estaba muy de acuerdo. Me decía que yo era muy joven, que necesitaba aprender más, que nunca lo haría bien para todos y que tendría muchos disgustos y claro, como todo el mundo, alguna vez he tropezado pero me he vuelto a levantar”. Normal, empezó con 13 años. “Como entrenadora me defino muy recta y seria, me gusta la puntualidad, este es el primer año que llevo a un equipo de chicos tan grandes y desde el principio me mostré estricta, no tengo ningún problema con ellos y ahora ya me he soltado un poco”, explica Olives, que antepone “llegar a juveniles con unos principios adquiridos antes que ser campeones en alevines o infantiles porque puntuar no siempre es lo más importante”.

Como anécdota positiva, la jugadora del Sporting llevó en el primer equipo en el que colaboró como entrenadora a la que con el paso de los años sería su compañera de equipo esta temporada, Celia Velasco mientras que la negativa es que “cuando entrenaba con el Sant Lluís, en mi segundo año como jugadora, vino un día un hombre vestido con un traje y le preguntó al coordinador, Elías Noval, si yo tenía permiso para jugar. Elías se enfadó y en ese momento, como era pequeña, no entendí qué le decía pero le echó una bronca”.

La última entrenadora del elenco, la que quizás tiene menos experiencia pero según reconoce va sobrada de carácter, es la villacarlina Magda Torrús, que cumple su tercera temporada como entrenadora. “Empecé a jugar a los 11 años en una liga escolar con el Villacarlos cuando hizo un equipo femenino porque me daba vergüenza competir con los chicos y jugábamos contra el Pascual Calbó, el Alaior y dos equipos de Ciutadella”, recuerda y añade que “en la calle o en el colegio los chicos nos buscaban a Clara Villanueva y a mi para montar un partido”.

La entrenadora del alevín fútbol 7 del Atlético Villacarlos también es hija de jugador y entrenador, Lorenzo Torrús, “que es el que más me ha apoyado siempre tanto en el campo como en los banquillos, mientras que mi madre estaba más preocupada por las lesiones”. Magda también cuenta con un hermano que juega en el regional amarillo, Loren. “En los estadios no he tenido ningún problema por ser mujer”, aclara, “aunque sí que lo he tenido por mi carácter, que es muy duro. Hace unas semanas en el campo del Sporting un señor se quejó porque gritaba mucho”. De hecho, a la hora de definirse como preparadora, Torrús destaca por encima de todo su carácter y que da “más importancia a los entrenamientos que a los partidos porque a veces los jugadores están nerviosos y lo hacen mejor en entreno”.

El inicio en los banquillos para la de Es Castell se dio “hace tres años, cuando jugaba con el equipo femenino del CD Menorca me ofrecieron sacarme el título de iniciador. Desde entonces he llevado al equipo de fútbol 6 azulgrana y el año pasado cogí el benjamín de segundo año del Villacarlos, que esta temporada ya son el alevín B de primer año, que es el que entreno”.

Diario de Menorca

 

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