España sufre ante Francia, que empata en el minuto 93 (1-1)

Ramos adelantó a los campeones y Lloris le paró a Cesc el penalti que pudo resolver el partido. No fue una noche afortunada: cayeron lesionados Silva y Arbeloa y el juego de la selección se resintió.

Sergio Ramos, celebrando el gol

Alineaciones:

España: Casillas; Arbeloa (Juanfran 49’), Busquets, Ramos, Alba; Xabi Alonso; Pedro, Xavi, Silva (Cazorla, 12’), Iniesta (Torres, 74’); Cesc.

Francia: Lloris; Debuchy,Koscielny, Sakho, Evra; Gonalons (Valbuena, 56’); Menez (Sissoko, 67’), Matuidi, Cabaye, Ribery; Benzema (Giroud, 87’).

Goles: 1-0 (24’). Córner que bota Xavi y que cabecea, solo, Ramos. El poste izquierdo de Lloris repele el balón, que recoge Pedro para que el propio Ramos empalme de abajo arriba. 1-1 (93’).- Colada de Ribery, con centro que cabecea Giroud.

Árbitro: El colegiado alemán Felix Brich. Amonestó a Koscelny en la acción que propició el penalti a Pedro.

Tarjetas:  (45’)  para Gonalons por Francia,  a los 91’, amarilla para Juanfran por España

Estadio: Vicente Calderón. Tres cuartos de entrada en noche agradable. Presidió el partido Su Majestad el Rey Juan Carlos. Asistieron al encuentro numerosas personalidades del mundo de la política y del deporte: el ministro de Educación y Cultura José Ignacio Wert; el secretario de Estado para el Deporte Miguel Cardenal; el presidente de la RFEF Ángel Villar; el vicepresidente Juan Padrón; el presidente de AFE, Luis Rubiales y una gran cantidad de dirigentes del fútbol y del deporte.

 Comentario:

Los suizos inventaron allá por los cincuenta una manera de jugar que se asoció al nombre de “betton” (cemento en su traducción al castellano), sistema que se ligó a la defensa como primer fundamento a preservar. Una quincena de años más tarde, los italianos acentuaron aquella tendencia conservadora e inventaron el “catenaccio” que tantos y tan buenos resultados les dio por más que de él saliera perjudicado el fútbol espectacular y creativo. En el primero de los partidos de la fase de clasificación del M 2014, frente a Georgia, en Tbilisi, España tuvo que luchar denodadamente por superar la zaga georgiana, lo que se consiguió cuando el partido expiraba. Antes y después de ese encuentro ya se sabía que los campeones de Europa y del mundo tendrían que afrontar situaciones semejantes ante los rivales que fuera encontrándose por el camino. El siguiente, Francia. Francia hasta que encajó el gol, aclarémoslo.

El primero de los dos partidos entre los candidatos del grupo a la clasificación directa y a la repesca demostró que lo que podía aplicarse y entenderse en un equipo menos fuerte como Georgia también era aplicable a Francia, al menos mientras se mantuviera el cero-cero en el marcador. Didier Deschamps, que las vísperas del partido había calificado a España como la mejor entre las mejores, optó por un sistema claramente conservador y en el que la esencia de su juego se centraba en la anulación de los mediocampistas españoles. Enfrentado a la imposibilidad de contrarrestar su fútbol jugando de tú a tú al campeón, Deschamps optó por dos líneas de cuatro que dejaron maniobrar a los españoles hasta mitad de su campo para luego taponar cualquier vía sin reparar en medios. Era lo esperado.

España se encontró sin espacios para maniobrar con su soltura conocida y más cuando cayó Silva, lesionado. Sin el juego entre líneas del canario y sin sus diagonales, la selección siguió controlando el juego, pero a costa de la pérdida de los segundos precisos para aprovechar su fútbol. Francia renegó de la viveza que mostraría después, pero a cambio mermó la fluidez de los españoles. El cabezazo de Ramos al poste y su posterior empalme a centro de Pedro en la jugada posterior certificaron la superioridad de los de Del Bosque en un partido incómodo que la tricolor francesa parecía tener asumido como tal. Todo pudo quedar resuelto, o casi, sin embargo en el clamoroso penalti de Kocielsky a Pedro, pero Lloris adivinó el remate de Cesc. Era el minuto 45 y se evaporaba el dos-cero. Dos remates posteriores de Pedro y el propio Cesc también fueron salvados por el excelente portero galo.

Francia cambió de perfil en la segunda mitad. Era lo que debía hacer. La lesión de Arbeloa fue un nuevo contratiempo para España, que perdió el dominio del medio campo, muy presionada por su rival, que salió siempre peligrosamente al contragolpe y siempre por la banda de Ribery, especialmente activo y dañino. Los de Deschamps gozaron de tres oportunidades de gol que marraron por falta de tino, pero su fútbol se impuso. Cada uno de los ataques del jugador del Bayern era un puro sobresalto. España aguantó con entereza, pero nerviosa por las amenazas. Cuando el partido parecía que había expirado volvió a surgir otro suceso de los que tanto se dan en fútbol: se retiró lesionado Benzema, el mayor de sus peligros, y entró Giroud, que a los 93 minutos largos, con el partido prácticamente liquidado, cabeceó un enésimo centro de Ribery para batir a Casillas.

El empate cayó como un jarro de agua fría en una noche demasiado accidentada y en la que el campeón de Europa y del mundo lo tuvo todo en contra: erró el penalti que pudo decir, perdió a dos jugadores y se deslizó finalmente hacia una igualada cuando muchos estaban ya en la calle. Dicen que hasta el rabo todo es toro y Francia lo aplicó estricta y denodadamente hasta el segundo final. No siempre salen las cosas a pedir de boca. Esta vez fue una de ellas.

RFEF

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