Boston y Estados Unidos se rinden a España (0-4)

Boston y Estados Unidos se rinden a España (0-4)

Santi Cazorla, en dos ocasiones, tras sendos pases de David Silva, Negredo tras un balón de oro de Xabi Alonso y Fernando Torres, con un magnífico control, tras un servicio de Borja Valero, rescataron el Foxboro del olvido.

Los americanos entienden el deporte como de un teatro en un gran escenario y lo disfrutan como tiempo de entretenimiento. España les vino como anillo al dedo pues les llevó el espectáculo y les dio la diversión que el fútbol puede aportar. Desde el primer minuto, bajo un sol agradable, los Campeones del Mundo sentaron las bases de un triunfo incuestionable. La presencia de Pepe Reina en los palos y el brazalete de capitán en la manga de Xabi Alonso destacaron como novedades iniciales en una alineación que dejaba entender con claridad que el prestigio de España no está en discusión. Ramos, Piqué, Albiol y Arbeloa cerraron atrás el paso a cualquier asomo norteamericano. Xabi, Busquets y Cazorla ocuparon la creación de juego, la fábrica y el taller, con Villa, Negredo y Silva en las labores de la definición.

Hubo cohesión entre las líneas, sintonía entre los futbolistas, combinaciones tradicionales, posesiones infinitas y pases eléctricos para culminar con remates rotundos. España avisó tres veces con un disparo de Cazorla, hiperactivo e incisivo en el área rival, Negredo mandó una pelota al travesaño y, minutos más tarde, David Villa, recién elegido Mejor Deportista del Mundo en 2010 por la Universidad del Deporte de Estados Unidos en votación mundial, acarició los postes por fuera.

Así, David Silva sacó ese guante marinero de los pescadores de Arguineguín y cosió los primeros balones que buscarían la meta de Tim Howard, el guardameta del Everton y de la selección americana. A los veintisiete minutos, se coló por la izquierda, sirvió uno de esos balones que el añorado maestro Matías Prats llamaría el “pase de la muerte” y se la regaló a Cazorla. El asturiano, con la zurda empalada, clavó el balón cerca del ángulo izquierdo de la meta estadounidense.

Cuatro minutos más tarde, Xabi Alonso sacó el libro y lo abrió por la página de los tiralíneas imposibles. El esférico cayó a plomo a los pies de Álvaro Negredo, que se reivindica con goles, y lo mandó a descansar al fondo de la portería. Iban treinta y un minutos de juego y daba la sensación de que España echaría el cierre al partido con prontitud. A los cuarenta y un minutos del primer tiempo, Silva y Cazorla repitieron su manual, pase desde la lateral del área por la izquierda, remate en carrera con la zurda y pelota mortal rasa y a la red.

En la segunda parte, Del Bosque y Grande dieron oxígeno para que comparecieran en la hierba los talentos de Bruno Soriano, Borja Valero y Fernando Torres. De las botas de éstos últimos, salió la jugada del último gol. Valero, con un guante por calzado, adelantó el balón a la frontal del área, Torres controló en la raya con la izquierda y remató con la derecha picando sutilmente el cuero hasta la cepa del palo izquierdo de Howard. El americano empezaba a hartarse de agacharse para vaciar sus redes. El fútbol de España resultó incontestable. Del Bosque sacó a Iker y el estadio Foxboro se levantó para recibir en pie al capitán de La Roja, al hombre que levanta las Copas más hermosas. Una lección de elegancia y señorío del público americano, de respeto a quien se ofrece como una leyenda en vida con el brazalete de España por bandera. Boston y Estados Unidos se rendían a la evidencia y la calidad, a la técnica, a la posesión, al pase y al gol. Se rendían al fútbol de España con caballerosidad y sabiduría.

De ahí al final, asistimos a un trámite sin complicaciones y a una lectura del partido que invita a pensar que, para la Selección, los partidos amistosos se trabajan como si fueran de competición.

RFEF.es

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