Hay que secar la pólvora

Mario Ormaechea, míster del San Rafael
Mario Ormaechea, míster del San Rafael
Rubén J. Palomo

El San Rafael parece tener en las últimas jornadas la pólvora mojada. El plantel que dirige Mario Ormaechea sólo ha sido capaz de anotar tres goles en las seis últimas jornadas y es, de lejos, el menos realizador de los ocho primeros clasificados. La artillería se ha mojado en Navidades y es necesario rescatarla para manter la ilusión.

Todo lo contrario ocurría al principio del campeonato. En las diez primeras jornadas, donde no encajó ninguna derrota, el bloque rafeler siempre mojó. De hecho, durante esos dos primeros meses en la categoría había sido capaz de transformar 15 tantos, uno menos que la Peña Deportiva. Ahora el San Rafael es el equipo menos goleador de los ocho primeros clasificados. Suma 23 tantos, 18 menos que su predecesor, el Alcùdia, y acumula once dianas menos que el Mercadal, del que le separan cinco puntos. Si en los diez primeros encuentros de liga el San Rafael había anotado 15 goles, en los once partidos siguientes únicamente ha celebrado ocho tantos.

Este bache goleador coincide con las lesiones de Adrián Ramos, que continúa con su recuperación, y de Carlos Fernández, que estuvo parado varias semanas y lleva dos encuentros disputados desde su reaparición. También han causado baja finalizadores como Bonilla o Tomás, y el equipo necesita más que nunca a sus goleadores. Entre los máximos artilleros del campeonato no aparecen futbolistas azulones. Carlos Fernández, con siete goles, y Jorge Salazar, con cuatro, son los estiletes ofensivos.

El objetivo de Ormaechea es reactivar ese apartado; secar la pólvora del equipo revelación para mantener unos dígitos sensacionales.

La solidez defensiva es el gran baluarte del equipo de Ormaechea. El San Rafael se puede comparar en el casillero de goles en contra al todopoderoso Atlètic Balears (ambos suman 15 goles en contra) y únicamente es inferior al entramado defensivo del líder, la Peña Deportiva, que ha recibido nueve tantos. La seriedad en defensa y el trabajo colectivo permiten al bloque de Sant Rafel mantener intactas sus esperanzas de dar el gran salto y no quedar ahogado en mitad de la tabla una vez tiene la permanencia en el bolsillo. Y aspirar a más requiere entonarse en ataque.

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