At. Baleares, 0 – 6 Lleida, Desde Otro Ángulo.

Jugada del partido

La trascendencia es hija de la perspectiva. Si analizamos el encuentro en sí mismo considerado, el batacazo monumental nos dejaría al borde del suicidio colectivo.

La lectura menos dañina en estos casos no trata de justificar, pero sí de entender lo acontecido en Son Malferit como el resultado de un cúmulo de planificaciones erróneas que han acabado explotando sobre el rectángulo de juego ante la incredulidad de los aficionados.

Que el Lleida ha sido mucho mejor que los locales es tan evidente que no necesita más reflexión. Que la diferencia en el marcador no refleja la realidad de ambos equipos demostrada a lo largo de la competición también parece evidente. Entonces, ¿qué ha ocurrido?

Cuando se da un resultado así, suele obedecer a un conjunto de circunstancias que rara vez confluyen en un encuentro. No es normal que te apabullen de este modo si, aun siendo inferior, sabes tu rol en el choque y cumples una serie de premisas básicas.

Pero el ATB se marchó del encuentro mucho antes de que el colegiado decretase su finalización; incluso antes de la mitad. Decían en IB3 que alguien del banquillo gritó “lleváis un escudo” para intentar paliar el bajón de brazos colectivo. Nada sirve cuando anímicamente estás muerto.

¿Por qué se llegó a esta situación? Por la presión excesiva sobre una estructura endeble.

El propio Club inició la temporada con presión innecesaria bajo el lema “Aquesta és sa bona”. El devenir de la competición fue, sin embargo, situando al conjunto blanquiazul en una posición en la tabla cada vez más alejada del objetivo propuesto. Y el encuentro frente al Lleida se convirtió en definitivo, en el que cualquier otra cosa que no fuera la victoria condenaba al ATB al ostracismo. Todo ello aderezado con el enmascaramiento de un falso éxito basado en la posible conquista de un trofeo menor como la Copa RFEF.

¿Relajación excesiva por tener la mirada puesta en dicha final y haber dejado de creer en la Liga mucho antes que lo decidieran las matemáticas? Realmente sólo lo saben los jugadores. Lo cierto es que la desventaja doble en el marcador y la expulsión de Riad hicieron demasiada mella en los blanquiazules como para intentar afrontar el segundo tiempo con un mínimo de fe. Los últimos cuarenta y cinco minutos no valieron más que para seguir encajando, y para plantearse si realmente se ha llevado a cabo una temporada con la lucidez necesaria como para acercarse siquiera al éxito.

Es lo que tiene vender humo: haces abonados pero acabas no viendo el camino.

Que todo ello sirva para planificar la próxima campaña y edificarla con la solidez, la templanza y la lógica necesarias para afrontarla con ciertas garantías es algo que sólo está en manos de quienes rigen los destinos del club.

Si todo lo vivido no es suficiente, tal vez convendría aprender a aprender.

De los tres elementos necesarios para triunfar (lógica, paciencia y dinero) tiene el ATB el más difícil de conseguir.

Un director deportivo de verdad – con prohibición de sentarse en el banquillo-, llevar a cabo renovaciones basadas en el rendimiento, fichajes foráneos sólo si marcan la diferencia, remuneraciones por objetivos y unas instalaciones dignas reflejan el largo pero ilusionante camino que queda por recorrer para sacar al ATB de su actual estatus y llevarlo al de los clubes grandes.

 

Daniel Riera para Fútbol Balear.

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