Los árbitros redactan un acta sobre el fútbol menorquín

Joan Canals es el árbitro menorquín que actúa en la categoría más alta, 2ªB - comité de árbitros
Joan Canals es el árbitro menorquín que actúa en la categoría más alta, 2ªB - comité de árbitros

Los colegiados Joan Canals, Pau Carbonell y José Luís Bosch hablan del trato que reciben en los campos de la Isla que, dicen, son muy pacíficos en comparación con los de otros lugares.

Ser árbitro de fútbol no debe de resultar fácil. Cada decisión de un colegiado, por humilde que sea el partido en el que se produzca, es escrutada por cientos de ojos y, pite lo que pite, siempre dejará a un bando insatisfecho con su juicio. Ser árbitro debe de ser una pesadez porque se les exige que posean un rasgo sobrehumano: la infalibilidad.

Y sin embargo, hay un puñado de valientes a los que les apasiona eso de impartir justicia en pantalón corto y a base de pitos. En Menorca son 47. Casi medio centenar de trencillas sin los cuales no habría fútbol en los campos de la Isla. Cuando se habla de un colegiado, se hace exclusivamente para criticar su actuación, sometidos como están a una exigente evaluación continua.

Pero, ¿cómo evalúan los árbitros al resto de los estamentos del fútbol? ¿Qué tienen que decir ellos del público? ¿Y de los equipos? ¿Hay alguna diferencia en el trato que reciben en Menorca respecto al de otros lugares? ¿Qué piensan de los jugadores? ¿Y de los padres de los muchachos de las categorías inferiores?

Agresiones

De todos los aspectos analizados, éste es el único en el que los campos menorquines presentan una clara diferencia respecto a otros. Como cuenta Pau Carbonell, el delegado de los árbitros en la Isla, “en Menorca no hay apenas agresiones”. “Yo he pasado dos años en Mallorca y tres en Eivissa y aquello no tiene nada que ver”, relata.

El secretario de los colegiados isleños, José Luis Bosch, que pita en Tercera, lo explica así: “en Menorca repites muchas más veces campos y equipos y la gente te conoce, lo que hace que la relación sea muy diferente”.

Los consultados sólo recuerdan un par de altercados en la Isla durante los últimos años, el lanzamiento de un cubito de hielo en Es Castell y una agresión a un linier con un paraguas en Es Mercadal, ambas en categoría Regional.

Ambiente

No obstante, la atmósfera hostil y crispada habitual en todos los estadios también se reproduce en Menorca. “El ambiente es igual en todos los campos”, admite Carbonell y, como añade Bosch, “no es precisamente familiar”.

Al hablar con un árbitro, es difícil resistir la tentación de preguntarle cómo se lleva eso de recibir tantos insultos. Joan Canals, juez de línea, asegura que “los oyes pero no les prestas atención, es más, a veces, ni tan siquiera los escuchas de lo concentrado que estás”. Su compañero Carbonell cuenta que “se insulta mucho en todas partes”.

Aficiones

“Todo el mundo quiere ganar, y si es de penalti injusto en el último minuto, mejor”. Bosch echa mano de este tristemente certero tópico antes de valorar que los aficionados “saben más que hace años, pero aún así no conocen ni la mitad del reglamento”.

Jugadores

Los consultados consideran que los futbolistas ya no juegan tan duro como antes. “El césped artificial ha impulsado la calidad de los jugadores”, analiza Bosch, que añade que con el tiempo “los empiezas a conocer y sabes quién tiene más predisposición a caerse”.

En este caso, parece que la diferencia de categoría es definitiva. Según Canals, en Segunda B “la rapidez es brutal” y los futbolistas “se juegan más” que en categorías inferiores, por lo que “evitan las protestas y las situaciones comprometidas”.

Los padres

Alguien a quien los entrevistados sacarían tarjeta roja si pudieran es a los padres que acuden a ver los partidos de sus hijos pasados de revoluciones. Canals dice que “el comportamiento de algunos padres deja mucho que desear”. “Parece mentira que sean tan competitivos”, valora, y añade que “un padre que se comporta mal da más pena por su hijo que por el árbitro”.

Y sin embargo, a esos colegiados, generalmente jóvenes, no les resulta indiferente la presión de los progenitores. “Muchos chavales dejan el arbitraje porque no se acostumbran a la presión de los padres, que ya les empiezan a insultar en las categorías inferiores”.

Árbitros

Y los colegiados, ¿se consideran tan malos como se les dice? Bosch lo tiene claro: “Cada categoría tiene los árbitros que se merece”. De cualquier manera, todos subrayan que ahora están más preparados que nunca. “Están bien formados, después, cada uno hace lo que puede”, dice Carbonell, que recuerda que, a diferencia de otras épocas, “si no pasas las pruebas, no pitas”.

Diario de Menorca

Más noticias que te pueden interesar

Comenta esta noticia

Los comentarios están desactivados temporalmente. En breve estarán disponibles de nuevo.