Ángel María Villar Llona cumple 25 años en la Presidencia de la RFEF

Ángel María Villar Llona cumple 25 años en la Presidencia de la RFEF

Han pasado cinco lustros desde aquella mañana de verano de 1988, en el Salón Dos Castillas del Hotel Meliá Castilla de Madrid. Aquel día el fútbol español eligió presidente a Ángel María Villar Llona. Pocos imaginaban que veinticinco años después sería el dirigente del fútbol español más longevo y con mayor presencia y prestigio internacional. Por Gaspar Rosety, director de Medios de la RFEF

Hacía mucho calor aquella mañana de julio, en un ambiente social cargado de tensiones que conducirían a finales de año a la primera huelga general desde la reinstauración de la democracia. Mientras las terrazas del Paseo de La Castellana, la gran arteria que divide la capital de España, no daban abasto para refrescar a los turistas, el fútbol español sustanciaba su futuro en unas elecciones marcadas por la escasa paz que las distintas corrientes internas avivaban a diario. Habían anunciado sus candidaturas dos presidentes de federaciones territoriales, el de la andaluza, Eduardo Herrera, y el de la vizcaína, Ángel María Villar, así como Manuel Meler, expresidente del RCD Espanyol, prestigioso empresario, presidente de la Compañía Tabacos de Filipinas SA. Meler se retiró y la elección se redujo a los dos presidentes.

Recuerdo que la votación fue pareja hasta llegar a un 58-57 a favor del andaluz. Mientras sus lugartenientes, Pedro Antonio Hernández Escorial, Pedro de Felipe y Sabino López, preparaban los festejos, los votos del vizcaíno se dispararon hasta una mayoría absoluta irreprochable. Villar Llona ganó con holgura, 216-182. Votaron 411 de los 450 miembros del Pleno de la RFEF. Llegaba así un hombre con la experiencia del fútbol profesional y la del directivo del fútbol modesto, es decir, sobre todo, con vitola de hombre de fútbol. No en vano, alcanzó el primer equipo del Athletic Club con diecinueve años y durante doce temporadas mereció la titularidad con todos los entrenadores. En octubre de 1973, debutó con la Selección Española en Turquía y fue internacional en veintidós ocasiones.

Villar ejerció de portavoz de la plantilla del Athletic y adquirió los conocimientos básicos en las negociaciones con los directivos del club. Su afán por mejorar su formación le impulso a iniciar los estudios de Derecho, que culminaron con su Licenciatura por la Universidad de Deusto. “Estudié porque tenía que aprender mucho para defender mejor a mis compañeros ante personas que estaban más preparadas”.

Mientras jugaba y estudiaba, decidió que su vida sería la de dirigente. Renunciaba al fútbol en todas sus vertientes de campo. Su destino esperaba en un despacho. No sería entrenador, ni director deportivo, ni siquiera directivo del Athletic. Los clubes modestos de Vizcaya le propusieron encabezar la lista a la presidencia de la Federación Vizcaína de Fútbol. Aceptó y ganó. Inició así un recorrido como dirigente que le llevaría a la cúpula del fútbol mundial. Corría el año 1982. Dos almanaques más tarde, en 1984, accedió a la junta directiva de la RFEF.

En estos veinticinco años, el fútbol ha obtenido sus mejores resultados deportivos, económicos y sociales. La Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, la de Polonia y Ucrania 2012, la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 son los más llamativos. Sin embargo, galardón tan preciado y digno de ser valorado para el fútbol español bajo la presidencia de Ángel María Villar Llona es el Trofeo Maurice Burlaz, instaurado por la UEFA en 1990 y que España ha ganado en ocho de sus doce ediciones. El “Maurice Burlaz” premia a aquellas federaciones nacionales que obtienen los mejores resultados en categorías inferiores. Una mirada a ese palmarés nos hace pensar que, detrás de los éxitos de la Selección Española Absoluta, hay una gran labor de los responsables del fútbol base que, junto con el trabajo impagable de los clubes, asientan el futuro de nuestro deporte con jóvenes valores que terminarán por nutrir al equipo nacional. “El éxito es de los clubes, nosotros sólo rematamos esa meritoria tarea”.

En el aspecto económico, la Real Federación Española de Fútbol ha conseguido superar las viejas tribulaciones y, con una política de gastos austera y una guía de inversiones destinada a mejorar sus infraestructuras, ha sabido mejorar sus ingresos hasta el punto de haber renunciado por segundo año consecutivo a la subvención que, anualmente, concedía el Consejo Superior de Deportes. Este hecho se enmarca en el sentido de la solidaridad de una Federación que desea ayudar a las demás en los difíciles momentos económico-financieros que atraviesa la comunidad internacional. Merced a esa buena gestión, se pudo construir una de las joyas de la corona de la etapa villarista, la Ciudad del Fútbol Español, en Las Rozas de Madrid. Una instalación extraordinaria donde se alojan y trabajan las distintas selecciones nacionales y se estructura la sede federativa, y de todos sus órganos, así como la Fundación RFEF, organizadora de los diferentes cursos formativos para el fútbol que se imparten en España y cuya calidad docente ha alcanzado prestigio y fama internacional.

En lo social, la Selección Nacional, tricampeona de Europa y Campeona del Mundo, consecuencia entre otras cosas de los ocho trofeos “Maurice Burlaz”, sirvió como signo de identidad a muchísimos millones de españoles que se lanzaron a las calles de todas las ciudades y pueblos para festejar los éxitos de un equipo que ha unido a todos alrededor de un balón, un estilo, una escuela de vida y una estrella. La Selección Nacional de Fútbol representa hoy una filosofía. La RFEF ha apoyado, además, bajo su mandato, la Candidatura de Madrid para la organización de los Juegos Olímpicos de Madrid 2020.

Ángel María Villar ha tratado de unir, de compartir y de dialogar, de ayudar a quienes más lo han necesitado atendiendo la consecución de instalaciones y medios precisos para que el fútbol español siga su camino bien organizado y estructurado desde su cúpula directiva. En el desarrollo diario de la RFEF y de sus federaciones territoriales, cada semana se organizan en nuestro país más de veinticinco mil partidos, lo que suma más de un millón de encuentros anuales, con campos adecuados, árbitros, materiales, administración, y una organización que ha llevado a la base de nuestro deporte a respaldar la labor de su presidente en las sucesivas convocatorias electorales que ha afrontado, sin que nunca se opusiera a él un verdadero hombre vinculado a este deporte, lo que denominamos “un hombre del fútbol”.

En el capítulo internacional, Ángel María Villar Llona ha asumido numerosos cargos de responsabilidad en todas las instituciones, lo que deriva en una posición de merecido respeto al fútbol español, y que se muestran en un listado aparte de este artículo. Destacan la Vicepresidencia de la UEFA y la Vicepresidencia de la FIFA.

Han pasado muchas cosas desde que aquel joven abogado de Bilbao, con apenas treinta y ocho años, ganó sus primeras elecciones, en medio de un clima de enfrentamientos sociales que obtuvieron en su época un innecesario reflejo en el mundo del balompié. Hoy, la imagen de nuestro fútbol es excelente, a pesar de las enormes dificultades que la economía mundial ha traído. Villar cumple veinticinco años al frente de una institución que ha sabido superar todas las trabas que han ido surgiendo, aceptables o no, desde cualquier trinchera.

El paso de los años, un cuarto de siglo, a veces una vida, sólo demuestra que el tiempo suele poner a cada en su sitio. Hoy, después de veinticinco largos calendarios, ya sabemos donde habita cada uno. Ángel María Villar vive en la escuela de la gratitud, en la idea de saber perdonar a quien así lo sabe expresar, de olvidar los errores ajenos y centrarse en evitar los propios, en trabajar para los demás y acertar y, quizá, también, por ponerle una sonrisa amable a la seriedad del cargo, sigue habitando en la Ciudad del Fútbol Español, considerado por todos los organismos nacionales y supranacionales. Las gentes de bien lo felicitan y se felicitan. Parafraseando a Gardel, veinticinco años no es nada.

RFEF

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