Diego Romero, a sus 38 años: «Vivo el fútbol con mucha más pasión que cuando empecé»

Diego Romero se dispone a lanzar un golpe franco en el derbi frente a la Peña Deportiva (Francisco Natera)

Diego Adrián Romero Oivadis (Quilmes, Argentina, 3 de enero de 1975), conocido en los terrenos de juego como Diego Romero -aunque en Formentera le han apodado cariñosamente El Papi Romero-, es, con 38 años, el abuelo de la Tercera balear, además de todo un trotamundos del fútbol. Criado en la cantera de Quilmes, este incombustible centrocampista debutó, en 1995, con el primer equipo de su ciudad, donde compitió al máximo nivel durante dos temporadas en la segunda categoría del balompié argentino. Después, y también en Segunda División, ingresó en las filas del Atlético Rafaela, equipo que defendió cuatro campañas.
El futbolista del Formentera también ha jugado en el NK Mura (Primera División de Eslovenia), en los Alacranes de Durango (Primera División Mexicana) y en el Olmedo y el Técnico Universitario (Primera División de Ecuador) antes de llegar al fútbol español, donde pasó por equipos como el Villanueva, el Estepona, Los Barrios y San Pedro. Su último destino fue la Pitiusa menor, donde desembarcó la temporada pasada para reforzar un equipo con aspiraciones de ascenso.
La experiencia y calidad de El Papi en la medular, fue determinante para que el colectivo de Miguel Ángel Ruiz, aunque en los despachos, alcanzara la tan anhelada Tercera División, categoría a la que accedió después de tres décadas.
Diego Romero, en la actualidad, vive una segunda juventud bajo las órdenes de Luis Elcacho y tan sólo se ha perdido un partido, jugando más de 1.600 minutos. El argentino, además de ser un todoterreno en la cancha, también lo es fuera de ella y entrena a dos equipos del club, el prebenjamín y el juvenil, labor que le reporta mucha satisfacción.
El pulmón del Formentera ha concedido una entrevista a Fútbol Pitiuso, en la cual nos cuenta cosas muy interesantes. No dejen de leerla.
-¿Cómo se vive el fútbol con 38 años?
-Pues la verdad es que lo afronto con mucha más pasión que cuando empecé, ya que soy consciente de que en cualquier momento se termina, así que trato de disfrtuar cada instante y cada minuto como si fuera el último de mi carrera.

-Da la sensación de que tienes cuerda para rato. ¿Está cerca o más bien lejos tu retirada?
-En estos momentos me encuentro muy bien, aunque juega conmigo la motivación de competir en los puestos de arriba. La etapa que he vivido y vivo en Formentera ha estado cargada desde el primer día de ilusión y ambición por alcanzar objetivos y esto te hace siempre sacar ese plus de garra que llevas dentro. Si el cuerpo me lo permite y no tengo lesiones quiero, al menos, terminar esta temporada dignamente. Después, ya veremos cómo me siento. Cuando llegas a esta edad no piensas en un futuro sino en el presente, así que, sinceramente, no sé si colgaré o no las botas dentro de poco o de mucho.

-Únicamente te has perdido un partido de Liga, ante la Peña Ciudadela para cumplir ciclo de amonestaciones. Eres uno de los jugadores que más minutos has jugado y has demostrado una fortaleza física espectacular. ¿Dónde está el secreto de tu vitalidad?
-Gracias a Dios, a lo largo de mi trayectoria, no tuve lesiones y siempre he intentado cuidarme al 100 por 100 en lo que los jugadores llamamos «entrenamiento invisible», el que se hace cada día fuera del terreno de juego. También, he procurado alimentarme bien y descansar correctamente, entre otras cosas. Soy de los que piensan que para pedirle al fútbol hay que saber darle mucho.
Cuando coincides en la cancha con compañeros mucho más jóvenes que tú, casos de Jordi Verdera o Marc Ferrer, Andreuet, ¿Qué sensaciones tienes? ¿Qué pasa por tu cabeza?
-La verdad es que me pongo muy contento de poder estar a la altura y poder competir junto a chicos con mucho futuro en este deporte. Es una satisfacción y un orgullo para mí poder aconsejarlos en aspectos que yo ya he vivido y siempre trato de ayudarlos en el día a día para que sigan creciendo como personas y jugadores.

-Durante tu dilatada carrera has pasado por muchos e importantes equipos. ¿Te quedas con algo en particular?
-Con todo. El fútbol me ha regalado muy buenos recuerdos. Además, he conseguido grandes y fieles amigos, a quienes dejé en cada lugar donde estuve. Tener gente que te aprecia y aprecias en cada parte del mundo es maravilloso, al igual que saber que dejé puertas abiertas y alguien te espera con los brazos abiertos tanto en Argentina como en Eslovenia, Mexico, Ecuador o España. Esto me hace sentir un privilegiado.

-Has militado en Primera y Segunda División y ahora lo haces en Tercera. Imagino que has vivido un balompié muy diferente desde tu época dorada hasta estos momentos.
-La verdad es que sí. Cuando compites al máximo nivel se desarrolla mejor fútbol. Se piensa mucho más y se crean bastantes más espacios. Todo lo contrario al de esta categoría, donde se juega menos y se lucha más. Es todo más físico, por eso hay que estar bien preparado, puesto que se corre muchísimo. De todos modos, tiene el mismo encanto cuando ganas y la misma tristeza cuando pierdes. Para esto no hay épocas ni categorías.

-Desde tu experiencia, ¿Qué consejos le darías a los jóvenes que empiezan ahora?
-Que todo lo que hagan lo lleven a cabo desde el corazón, ya que es la única manera de no fracasar en el fútbol. Cuando lo das todo en cada entrenamiento o en cada partido, puede que consigas o no tus objetivos, pero lo que está claro es que si no te esfuerzas y no lo intentas seguro que naufragarás.
-¿Has pensado en entrenar el día que te retires?
-Nunca me planteé ser técnico. De momento no tengo esta meta. Sí es cierto que el Formentera me ha dado la posibilidad de entrenar al prebenjamín y al juvenil, algo que me entusiasma. Me gusta trabajar con los niños y poder plasmar mis ideas y mis vivencias como jugador, pero dedicarme a dirigir no es algo en lo que piense en este momento.

-Cuénta alguna anécdota curiosa que hayas vivido durante todos estos años de fútbol.
-La verdad es que podría enumerar muchas, pero la que más recuerdo fue en mi época de Eslovenia. Resulta que el traductor que me ayudaba a integrarme en el equipo se puso enfermo y no pudo ir a un partido. Durante la charla técnica, el entrenador me decía todo lo que tenía que hacer tácticamente, pero en esloveno, idioma que no entendía nada. A todo lo que el míster me explicaba le decía que sí y al día siguiente, cuando ya vino el traductor, me enteré que lo hice todo al revés. Menos mal que ganamos ese encuentro.

-De todos los entrenadores que has tenido, ¿Con quién te quedas? ¿Quién fue el mejor?
-Tengo que decir que durante mi carrera futbolística tuve muy buenos preparadores y siempre traté de sacar lo mejor de cada uno de ellos. Soy de los que piensa que de todos los técnicos se aprende, ya que cada uno tiene un estilo diferente. Considero que adaptarte a cada entrenador es enriquecedor, pero si tengo que elegir a uno me quedo con Gustavo Alfaro, actual entrenador del Arsenal de Argentina y que ha dirigodo a San Lorenzo, además de ser campeón de la «sudamérica» con Arsenal.
Gustavo me marcó mucho, ya que tuve la suerte de tenerlo cuatro años: dos en Quilmes y dos en Atlético Rafaela, en ambos equipos en Segunda División. Me empezó a entrenar con 20 años, una edad en la que un jugador absorve mucho.
-Has tenido la fortuna de compartir vestuarios con muchos jugadores, de estilos muy diferentes entre sí, pero ¿Cuál te ha sorprendido más?
-Pues lo cierto es que me han llamado mucho la atención bastantes futbolistas, tanto compañeros de equipo como rivales. Incluso, tuve la suerte de coincidir con jugadores que han sido o son internacionales. Destacaría a dos grandes amigos. Uno es el Chapu Braña, un centrocampista argentino con el que coincidí en Quilmes y que jugó en el Mallorca en la 98-99. Actualmente milita en Estudiantes, equipo con el que ganó dos Torneo Apertura y una Copa Libertadores, perdiendo una Copa Intercontinental frente al Barça. El Chapu es un crack y es internacional con Argentina. El otro es el paraguayo Carlos Bonet, quien jugó cuatro temporadas conmigo en el Atlético Rafaela. Ahora milita en el Cerro Porteño de Paraguay. Ha ganado cuatro títulos nacionales y es internacional, jugando Mundiales con su selección.

-Cuando jugabas en el equipo ecuatoriano de Olmedo, en la 2006-2007, compartiste vestuario con Hernán Barco, la estrella del Palmiras brasileño e internacional con la selección argeninta últimamente. La de vueltas que da la vida, ¿No?
-Pues la verdad es que sí. Pude jugar junto al Pirata, un pibe excepcional. En aquella época empezaba a labrarse su carrera y tuvo que salir a Ecuador, sacrificarse lejos de su familia para poder conseguir su sueño, lo que anhelaba. Hoy en día es un futbolista consagrado, que juega uno de los clubes más importantes de américa y, además, ya sabe lo que es defender la albiceleste. Me alegro mucho por él porque su esfuerzo y la pasión que ha puesto en el fútbol ha tenido recompensa.

-Por tu condición de centrocampista no te has prodigado mucho de cara a gol, pero de todos los que has marcado, ¿Cuál es el más especial?
-Tengo que decir que cada gol que hago es distintivo, ya que me pasa como con los eclipses. Hago uno cada mucho tiempo. Aún así recuerdo goles bonitos cuando jugaba en Ecuador y Eslovenia. La verdad es que no fueron decisivos, pero fueron emocionantes porque los hice en derbis, partidos de máxima rivalidad, y quieras o no se festejan de distinta manera.

-Defínete como futbolista. ¿Qué es lo mejor y lo peor de Diego Romero?
-Siempre he sido un centrocampista con bastante recorrido y llegada a portería. La verdad es que era polivalente y esta característica me ha servido para poder jugar con muchos entrenadores en casi todas las demarcaciones del campo y tener un sitio en el equipo con mucha frecuencia. Diría que mi mayor virtud es currar día a día y saber cuáles son mis limitaciones. Defectos tengo muchos, pero también tengo muchas ganas de continuar corrigiéndolos diariamente.
-Maradona o Messi.
-Me quedo con los dos. Son los mejores del mundo y encima tenemos la suerte de que son argentinos.

-Si no hubieses sido futbolísta, ¿A qué te hubiéses dedicado?
-La verdad es que es difícil pensar en ser algo que no sea jugador, ya que me crié en campos de fútbol y desde niño fue lo que mamé. Mi papá fue entrenador cinco años de la selección juvenil de Guatemala cuando yo era chico y por aquel entonces en casa sólo se hablaba de fútbol. Nunca se me ocurrió dedicarme a otra cosa, ya que desde siempre he tenido un sueño: llegar a triunfar junto a un balón. He conseguido cumplir 38 años y aún seguir viviendo de lo que más me gusta, por lo que me considero un privilegiado y lo valoro mucho.

-¿Te consideras un triunfador?
-Este adjetivo es muy fuerte y abarca mucho. Creo que soy un agradecido del fútbol, ya que me dio mucho durante toda mi vida.

-¿Qué significa ser de Quilmes?.
-Es lo más grande. Desde los 8 años hasta que debuté en el primer equipo, en Segunda División, he pasado por todas las categorías inferiores. He estado muchos años en un club que ha sido todo para mí y donde tengo muy buenos amigos. Dejé toda mi infancia en Quilmes.

-¿Quién fue tu ídolo de pequeño? ¿Y en la actualidad?
-Sin dudarlo lo más mínimo, mi papá. Ha sido la persona que me ha marcado y me ha enseñado cómo manejarme por la vida. Y futbolísticamente hablando tenía verdadera pasión por  por El Pelado Almeyda, un exfutbolista argentino, mediocampista, que jugó en River y que triunfó en la década de los 90. Ahora es director deportivo.

-¿Cuál es el mejor equipo del mundo?
-El Barça. Está un escalón por encima del resto y hace un fútbol único, diferenciador y que pasará a la historia como uno de los mejores. Será muy difícil, por no decir imposible, que salga un conjunto que iguale la calidad futbolística de los blaugranas.

-¿Eres supersticioso? ¿Tienes alguna manía?
-La verdad es que no mucho, pero sí es verdad que siempre piso la cancha con el pie derecho. Y lo hago desde siempre, desde el primer día. Gane o pierda es algo que siempre hice, siempre hago y siempre haré. Cosas del fútbol…
-¿Cómo es vuestra vida en Formentera?
-Estamos muy bien aquí, encantados con la calidad de vida que te proporciona esta maravillosa isla. También estamos sorprendidos por la calidad humana que tiene toda la gente que nos rodea.

-¿Qué balance haces de la primera vuelta que ha firmado el equipo? Desde las primeras jornadas no habéis salido de los puestos de play-off.
-Es tremendamente positivo. El objetivo inicial era salvar la categoría y a medida que han ido avanzando las jornadas lo hemos cambiado para plantearnos retos más importantes. Sabemos y somos conscientes de que ahora toca lo más difícil, que es terminar la temporada de la mejor manera posible y poder devolverle a la hinchada un poco más de alegría, ya que hace un esfuerzo muy grande durante cada domingo para apoyarnos.

-¿Jugaréis el play-off?
-Entrenamos y competimos para ello. Esta es la meta inmediata y para alcanzarla tendremos que trabajar mucho, puesto que nos espera una segunda vuelta muy complicada y todos los equipos de mitad de tabla para arriba lucharán por lo mismo.

-¿Cuáles son las claves del éxito deportivo del Formentera?
-La humildad, el trabajo diario y, sobre todo, el buen grupo humano que hemos formado jugadores, cuerpo técnico, fisios, directiva y afición. Cuando está unión es sólida, generalmente las cosas suelen salir bien y esto es lo que está ocurriendo aquí.

-¿Qué le pides al 2013?
-Salud, paz y trabajo. En este orden y para todos los seres humanos.

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