La Penya Atlètic Baleares dice «nooooo» a la violencia en el fútbol

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Un encuentro de fútbol se reduce a la evolución de dos equipos de once jugadores cada uno que tratan de colocar un balón en la portería del adversario. Sin embargo, para un hincha un partido es exaltación, pasión, amor. El forofo necesita de otros compañeros con los que se identifique y que “sienta los colores” igual que él.

Sentido de pertenencia al clan es, precisamente, el que suele disuadir al hincha de vivir su pasión futbolística en soledad. Cuando comienza el partido incluso el hincha más políticamente correcto se unirá con la masa y perderá la compostura si así exige lo que ocurre en el campo. Integrado ya en el alma colectiva del graderío, insultará o clamará al cielo de tal forma que sus vecinos o compañeros de trabajo no le reconocerán. Y es que la agresividad del forofo futbolístico alcanza cotas difíciles de alcanzar en otros deporte mayoritario algo que no deja de ser un buen ejercicio de higiene mental.

Al finalizar el partido el hincha abandonará los graderíos en estado de gracia tras el encuentro, liberado de tensiones y de angustias.

Las consecuencias más directas de la violencia en el fútbol es la vergüenza que provoca para un equipo y para una hinchada las acciones que sus compañeros realizan. Para poner un claro ejemplo sobre violencia en el deporte, sólo hace falta recordar una noticia producida en Diciembre de 1998, el asesinato de Aitor Zabaleta, un aficionado de la Real Sociedad a manos de un hincha que perdió su razón de ser..

Mexicali

PENYA ATLÈTIC BALEARES

 

 

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