1-0.- Un cabezazo de Villa nos mete en semifinales

Villa nos mete en semifinales
Villa nos mete en semifinales

A España le costó doblegar a Irak, que, defensivamente, se empleó con gran acierto.
Casillas no estuvo nunca en peligro, pero el equipo no encontró el toque que le caracteriza, enmarañado su juego ante una zaga numantina y bien organizada.
Mangaung/Bloemfontein (Sudáfrica)
España ha obtenido esta tarde en Mangaung/Bloemfontein su pase a semifinales de la Copa Confederación. Lo será suceda lo que suceda en su encuentro del próximo sábado ante el anfitrión, Sudáfrica. El pase y la victoria han resultado, sin embargo, más duros de lo previsto frente a un rival muy firme en defensa, pero muy limitado en ataque, que no ha dejado huecos, que se ha empleado siempre a fondo y que ha cerrado con gran efectividad todos los caminos que conducían hasta su cancerbero Kassid. Un gol de Villa a los 53 minutos resolvió una papeleta más complicada de lo previsto.

Bora Milutinovic, seleccionador de Irak, es uno de los grandes dinosaurios de los banquillos. Ha dirigido a equipos de medio mundo, lo que significa que es difícil enseñarle algo y sorprenderle, menos todavía. Bora sabía que la notoria inferioridad de los suyos ante su cita con España obligaba a tomar una serie de decisiones que iban más allá de la entrega de sus esforzados jugadores. La furia puede ser una virtud encomiable, pero a Irak le hacía falta mucho más que eso para salir indemne, lo que parecía una utopía, o dignamente de un partido que debía perder. Así que a la lógica añadió un sistema defensivo a ultranza: cinco defensas, cuatro medios y un punta, el voluntarioso Zahra. Que contara, también, o no con que España pudiera rebajar su nivel de tensión no se sabe. Pero es previsible que lo creyera. Durante minutos, y prácticamente durante todos los de la primera mitad, lo que ocurrió fue que el campeón asiático no dejó moverse a gusto al campeón de Europa y que éste no encontró nunca el camino fácil hacia Kassid como los había encontrado cuando buscó las vías que conducían hacia guardameta neozelandés Moss. La consecuencia fue que hasta los 24 minutos no llegó la primera jugada peligrosa de España: un balón diagonal que cruzó Torres y que Villa engatilló con la izquierda al lateral del portal irakí.

En la situación en la que España se encontraba mediado el primer tiempo, enredada entre defensas pegajosas, con sentido de la anticipación y rápidas, el equipo habría debido responder con velocidad en los desplazamientos del balón y rapidez en las bandas. Aceptemos, sin embargo, que no es el juego de la «roja». El de la «roja» es de toque y mucho toque, pero ahí era difícil encajar situaciones que pudieran dejar a Villa y Torres en situación de ventaja. Ni el uno ni el otro encontraron oportunidad para ello y cuando se buscó por la del juego aéreo, tampoco. Los irakíes sabían que su suerte en el Torneo dependía de no perder y de esperar alguna carambola para clasificarse así que exhibieron sus armas con toda su crudeza y no eran armas para atemorizar, pero sí para incomodar: muchas piernas, mucho corazón, todos sus hombres de medio campo hacia Kassid. Una fórmula tan vieja como el tiempo, pero que les permitió marcharse al descanso sin haber sufrido ningún sobresalto serio, que ya era una barbaridad.

Lo curioso es que Irak había alcanzado a sostener el 0-0 inicial sin aparentes dificultades y sin marcajes al hombre tan utilizados para mitigarlos efectos devastadores de algunos jugadores españoles. Su defensa fue una tarea colectiva y casi perfecta durante los primeros 45 minutos. Permitió que España tuviera el balón, pero no era eso lo que le preocupaba al equipo de Bora, que cedió terreno para no ceder espacios. España se vio forzada a hacer un fútbol reiterado que no le benefició porque le obligaba a una conducción rápida del balón que no es la mayor de sus virtudes y a olvidarse del juego por alto. A medida que las fuerzas de Irak fueron menguando España llegó más, pero siempre encontrándose con un amontonamiento de rivales que impedían tocar y llegar. La táctica se imponía, por tanto, a la calidad. No es la primera vez que ocurre. Ni será la última.

La «roja» apretó en los comienzos de la segunda mitad. Irak se replegó aún más. A los 51 minutos, fruto del oleaje, Villa pudo marcar de cabeza, pero su remate fue a las manos del siempre bien situado y buen portero Kassid. Parecía el preludio de un triunfo que nadie había puesto en duda en la víspera, pero que costaba amarrar y así fue. A los 53, Mata abrió hacia Capdevila por la izquierda y el centro de éste lo cabeceó perfectamente Villa, picando el balón. Cuatro más tarde estuvo a punto de llegar el segundo, en el saque en corto de un córner de Xavi a Villa, larga cesión de éste hacia atrás y empalme durísimo de Alonso que atajó perfectamente Kassid. Como tantas y tantas veces un solo gol había cambiado el cariz del encuentro y el signo de los acontecimientos. Irak tuvo que buscar algo más que el muy honroso 1-0 y al hacerlo abrió rutas que el campeón de Europa no había encontrado hasta esos momentos. Sin que el cambio fuera drástico aquello suponía un pequeño plus para España. Cazorla se hartó de rematar sin fortuna, pero todo era un punto más sencillo porque, además, Irak había hecho un enorme esfuerzo físico en la contención que tenía que pagar. A los 63 minutos pudo ampliar la ventaja Torres, que era lo que la afición deseaba, pero el «Niño» mandó muy alto un pase lejano y profundo de Villa.

Las cosas quedaron finalmente como estaban, porque España no acaba de encontrar su toque conocido ante un adversario entero en lo moral, corto de recursos ofensivos, pero muy digno. A falta de otras emociones que pudiera producir el juego, los sudafricanos se pasaron los últimos 20 minutos cantando y bailando sin cesar, en un espectáculo único y emocionante, afectuoso y cálido, sobrecogedor y que sólo calló algún remate de la «roja» la tarde en la que España certificó su pase a semifinales. Con apuros en el marcador más que en el juego, con fútbol a ráfagas y escaso, pero ganando justamente. Sin brillantez, pero justamente.

Ficha técnica

Estadio. Free State (Mangaung/Bloemfontein). Segundo partido de la Copa Confederaciones. Veinticinco mil espectadores, unas decenas de ellos españoles e irakíes.

Resultado: España, 1 (Villa); Irak, 0.

Goles.

1-0 (53 minutos). Centro pasado de Capdevila, que pica Villa de cabeza.

España: Casillas; Ramos, Marchena, Piqué, Capdevila; Xabi Alonso; Cazorla (Silva, 65 minutos), Xavi (Busquets, 82 minutos), Mata; Torres y Villa (Güiza, 74 minutos).

Irak: Kassid; Kareem, Majeed, Abbas, Shakker; Rehema; Akran, Mohammed (Jasim, 69 minutos), Saeed (Kareem, 60 minutos); Zahra (Mahmoud, 80 minutos) y Khalid.

Árbitro.- El colegiado australiano Mattheew Breeze. Amonestó a Xabi Alonso a los 37 minutos y a Marchena a los 52.

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