De dónde venimos y a dónde vamos

Lorenzo Serra Ferrer máximo accionista del Real Mallorca

Reproducimos el artículo de opinión de nuestro compañero Alejandro Vidal en Diario de Mallorca, donde describe la situación por la que atraviesa el Real Mallorca.

Mateo Alemany compró el Mallorca en subasta privada, lo vendió con plusvalía, tras desandar la metedura de pata con Martí Asensio, dejándolo en concurso de acreedores, sin convenio aprobado, y percibiendo sustanciosos honorarios por los servicios prestados. Si Serra Ferrer no hubiera picado, el Mallorca habría desaparecido igual que está a punto de hacerlo el Deportivo entre otros. Conviene refrescar la memoria del centenar que, convenientemente desinformados, esgrimen el “Serra vete ya”. Es el camino idóneo para dejar el club en manos de Claassen, personaje más que dudoso a juzgar por sus devaneos con la justicia de su país; Pedro Terrasa que, como Rubalcaba, trata de impartir cátedra sobre asignaturas que no aprobó cuando tuvo la oportunidad de hacerlo en calidad de director general del club o de Ib3 más tarde; y Pep Roig, experto conocedor del mundillo del fútbol, como se sabe.

SUS PLANES PASAN POR CONVERTIR al teutón en el Antonio Asensio del siglo XXI y volver a ocupar un despacho en Son Moix con un salario de ciento cincuenta mil euros anuales, que ni Alemany se atrevió a cobrar en la cúspide de su éxito. Aspiran a echar al accionista mayoritario y a su felón valedor para nombrar director deportivo a Iván Campo, entrenador a Soler y segundo a Nadal. Todo sin contar a dónde irían a parar la otra mitad de las acciones. Si para ello es necesario que el equipo descienda, el fin justifica los medios. Ya se han encargado de desestabilizar lo suficiente para emponzoñar todas las instancias, vestuario incluido.

IGUAL QUE EN POLÍTICA, el problema no son los árbitros, sino el sistema. Es inadmisible que Cantabria esté representada por dos colegiados de ínfimas condiciones como los hermanos Teixeira, por su paisanaje con el presidente del Comité Nacional, Sánchez Arminio. Casualmente uno de ellos ya regaló otro penalti inexistente al Getafe en el minuto 91 de un partido que iba ganando Osasuna. Error humano, sin duda. Hay árbitros muy buenos, pero no son los que ascienden a categorías superiores. Constituye una vergüenza que, además de éstos, los Paradas Romero, Muñiz Fernández, Hernández Hernández, Pérez Montero o Iglesias Villanueva, sin olvidarnos de González González o el mismo Pino Zamorano, aun en Segunda, infecten una profesión indispensable y que reclama su independencia de la Federación y de la LFP, la única vía para devolver el prestigio a un colectivo vilipendiado y manipulado. Serra no le cae bien a Arminio desde que le afeó su inhibición en dos penaltis sobre Álvaro Cervera en el antiguo campo de Sarriá el 28 de junio de 1989 durante el partido de ida de la promoción que el Mallorca terminó ganando al Espanyol en el Sitjar.

“HA SIDO PRECISO DECIR LO QUE FUIMOS para disculpar lo que somos y encaminar lo que pretendemos ser”. Lo dijo Quevedo. Por eso no debemos ignorar la historia y dejar de extraer de ella todo aquello que nos permita ilustrar al ignorante, destapar al mentiroso e iluminar al ingenuo. Porque la situación del Mallorca procede de su pasado, incide en el presente e inquieta su futuro. Y que cada palo aguante su vela, incluidos los jugadores pusilánimes que se vienen abajo ante la primera adversidad e, incapaces de reaccionar, se rinden sin luchar. Mercenarios, no; tontos.

PORQUE CON EL DESCENSO PERDEMOS TODOS, empezando por los accionistas cuya inversión se devalúa -¡Qué listo el tal Cerdá al echar al fuego la leña de la dimisión de Cladera!- al mismo ritmo que la cotización de los jugadores, el cuerpo técnico, la afición, los acreedores, los medios de comunicación y la sociedad en general, con sus empresarios en primera línea.

 

 

Alejandro Vidal

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