Decía el pasado mes de junio, cuando Ángel Torres sorprendió a propios y extraños contratando a Víctor Muñoz para el cargo de entrenador, que una de las características del técnico maño era, tristemente, la de pelear en sus equipos por evitar el descenso. Ya le ocurrió la temporada pasada con el Recreativo de Huelva, con el que fue destituido en febrero, y de nuevo, unos meses después, le ha vuelto a pasar en el Getafe, donde a falta de cinco jornadas ha sido cesado, pese a sus ganas de continuar y a pesar que, como bien ha asegurado tras conocer la noticia, el cuadro azulón no ocupa todavía plazas de descenso (17º).

Los últimos encuentros le han salido especialmente caros a Víctor, que al contrario que en la primera vuelta, no ha logrado arrancar ningún punto ante Barcelona, Real Madrid o Villarreal, aumentando así las dudas y acercando, peligrosamente, al Getafe al tan temido infierno. El Geta suma tras 33 jornadas 34 puntos, y está sólo un punto por encima del Sporting, primer conjunto en zona pantanosa. Pese a depender de sí mismo para lograr la permanencia, en la directiva getafense parece que la paciencia ha llegado a su fin.

Particularmente pienso que es algo que se veía venir desde su nombramiento, aunque también es cierto que la suerte es un gran factor y que, si por ejemplo, aquel penalti a lo Panenka de Casquero en el Bernabéu hubiese entrado, hoy Víctor no estaría firmando su finiquito. El cambio de perfil que escogió el presidente para el banquillo no ha resultado para nada exitoso y toca ahora encontrar un valiente que se quiera sentar en el Coliseum Alfonso Pérez para salvar algo que todavía no está para nada perdido: la categoría.

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