Crónica 1ª Federación: AD Alcorcon 2-2 UD Ibiza

Jornada 17, Domingo 21/12/2025 - 12:00 h
AD Alcorcón
2 2
UD Ibiza

Campo: Santo Domingo
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Alineaciones:

AD Alcorcón: Gaizka; Navarro (Pol Domingo, 76′), Iván Pérez, Rojas, Samu; Marchán (Llorente, 76′), Vacas (Aparicio, 49′), Yael; Vladys, Mariano, Borja (Tarsi, 76′).

UD Ibiza:Ramón Juan; Unai, Nacho, Monju, Albert, Del Pozo (Pedreño, 90′), Señé (Davo, 64′), Castillo (Del Olmo, 80′), D. García (Mounir, 80′), Sofiane (Ernesto, 90′) y Bebé.

Goles: 0-1 Albert(20′), 1-1 Aparicio(60′) pti, 1-2 (Sofiane(88′), 2-2 Vladys.

Árbitro: Juan Antonio Manrique Antequera asitido en bandas por Javier Antonlín Pérez y Guillem Batlle i Capa. 4º árbitro Johan González Rodríguez.

Tarjetas: Amarillas a los locales  Navarro(11′), Vacas(27′), Aparicio(75′) y Tarsi(90′) y a los visitantes Nacho(34′), Monchu(57′), D. García(68′), Unai(75′), Sofiane(79′), Bebé(88′).

Campo: Santo Domingo.

Comentario:

La UD Ibiza llegó al estadio de Santo Domingo con el cartel de aspirante herido y salió de él con la confirmación de una crisis de identidad que ni siquiera el azar pudo maquillar. En una tarde donde el fútbol fue generoso con los ibicencos hasta la indecencia, el equipo de Miguel Álvarez demostró que le falta ese instinto de conservación que separa a los proyectos ganadores de los que simplemente transitan por la categoría. El empate final (2-2) no fue un accidente; fue la consecuencia lógica de un equipo que no sabe habitar en la ventaja.

El partido nació como un monólogo del Alcorcón, un equipo que juega con la urgencia del que sabe que cada centímetro de su feudo es sagrado. Los madrileños sometieron a la UD Ibiza a un asedio que solo la figura de Ramón Juan logró contener. El guardameta visitante se vistió de santo civil en el primer cuarto de hora, sacando manos imposibles bajo palos frente a un Ibiza que parecía haber olvidado las botas en el vestuario. Los saques de esquina se acumulaban en el área celeste como pruebas de una inferioridad manifiesta.

Sin embargo, el fútbol guarda a veces giros de guion inexplicables. En el minuto 19, en la primera vez que el Ibiza asomó la cabeza por el área rival, José Albert cazó un despeje defectuoso tras un córner y conectó una volea que fue un puñal de precisión. 0-1. Era un resultado impostado, un espejismo en medio del desierto de juego de los visitantes, que se encontraban con un tesoro que no habían trabajado.

Tras el descanso, el Ibiza tuvo en sus manos la posibilidad de cerrar el debate en un contragolpe mal gestionado, una de esas negligencias que en el fútbol profesional se pagan con intereses. Y el interés llegó en el minuto 57, cuando Aparicio transformó un penalti que devolvía la cordura al marcador. Con el empate, la UD Ibiza, en lugar de rebelarse, se encogió. El equipo se hizo pequeño, perdió el centro del campo y se entregó a un ejercicio de resistencia pasiva que rozaba la temeridad.

Pero el azar aún guardaba un último truco. En el minuto 88, en el segundo y último fogonazo de peligro ibicenco, Bebé dibujó una jugada de otra categoría y Sofiane, con la frialdad que le faltó al resto de sus compañeros durante la tarde, puso el 1-2. Parecía que el Ibiza iba a perpetrar el «atraco» perfecto en Alcorcón: dos disparos, dos goles y tres puntos para casa.

Pero la mística de Santo Domingo no entiende de fortunas inmerecidas. En el minuto 95, con el cronómetro agonizando y el Ibiza defendiendo en su propia cueva sin orden ni mando, Vladys encontró el hueco para firmar el 2-2 definitivo. El gol local heló la sangre de una expedición celeste que, de repente, se vio frente al espejo de su propia realidad: la de un equipo sin alma, sin capacidad para cerrar los partidos y, sobre todo, sin esa intensidad competitiva que se le presupone a un presupuesto diseñado para cotas mayores.

La UD Ibiza cierra el año con la sensación de que el tiempo se agota. El objetivo ya no es el título, sino evitar que la caída libre termine en el sótano de la tabla. Miguel Álvarez, cuestionado y superado por la inercia del grupo, mira hacia un mercado de invierno que se presenta como la última bala para un equipo que, hoy por hoy, es un gigante con pies de barro en una liga que no espera a nadie.

Redacción

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