Tomeu Maura

El partido de esta noche va a ser el último que dispute Marco Asensio con la camiseta del Mallorca en Son Moix porque la próxima semana ha sido convocado por la selección sub-21 y no podrá estar presente en el encuentro ante el Girona que despedirá la temporada en Palma. Será, pues, la última ocasión en la que tendremos la oportunidad de ver a uno de los mayores talentos que ha dado la isla en este nuevo siglo. Marco se incorpora a la disciplina del Real Madrid y será su próximo entrenador el que decida su nuevo destino, que con casi toda seguridad será un equipo de Primera División.

Marco Asensio es un producto genuino de la cantera del Mallorca, a la que se incorporó siendo muy pequeñito. No le han faltado ofertas desde que era incluso cadete, pero siempre demostró una inquebrantable fidelidad al club. Y se ha comportado siempre como un profesional intachable. Siendo todavía juvenil falleció su madre -que en gloria esté- y llamó al entrenador para comunicarle la noticia y pedirle permiso para faltar al entrenamiento del día siguiente. Esta Navidad, cuando fichó por el Real Madrid, para él lo más fácil era incorporarse al filial blanco en Segunda B. Hubiera bajado una categoría, pero habría tenido la oportunidad de dar el salto en cualquier momento al primer equipo. Sin embargo, insistió personalmente en quedarse en el Mallorca, y aunque es cierto que en la segunda vuelta ha bajado su nivel -es lógico, yo me pongo en su lugar y me costaría mucho meter la pierna para arriesgarme a que mi futuro se quede en nada-, ha seguido siendo, de largo, el jugador de más calidad de la plantilla.

A Marco, en su partido de despedida, sólo se me ocurre darle las gracias por todo lo que ha aportado, por su mallorquinismo y por su comportamiento impecable -no hace falta citar ejemplos muy recientes, porque las comparaciones resultarían odiosas-, y por supuesto le deseo toda la suerte del mundo en la maravillosa carrera que tiene por delante.

 

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