Decían quienes conocían de su existencia que en él habitaba La Fuerza. Casi siempre eran opiniones apócrifas. ”Me dicen…”, “me cuentan…”, “se comenta…” eran fórmulas habituales para aumentar el runrun profético sobre el joven padawan que un día llegaría desde las entrañas de Son Bibiloni para conducir al primer equipo. Muy pocos, sólo los que siguen muy de cerca la fábrica de la carretera de Sóller le habían visto con sus propios ojos. Al fin y al cabo, no llegó al penúltimo escalafón del club, aquel que empieza a otorgar cierta visibilidad, hasta hace unos meses. Ascendido desde juveniles, a Marco Asensio le bastaron nueve partidos con el Mallorca B para entrarle por los ojos a Oltra y traspasar el umbral del primer equipo. Dijo en su momento el técnico que si había llegado era para quedarse, y un puñado de partidos después la profecía parece haberse cumplido.

En su debut, buena parte de Son Moix le recibió como nunca había visto a un jugador de su corto bagaje. Poco menos de 10 minutos en Huelva , en los que apenas tocó un par de balones, le granjearon un mar de vítores y cánticos en Son Moix. No es de extrañar, puesto que de entre el hastío que supuso aquel partido su irrupción fue de las cosas más estimulantes que sucedieron. Así, de promesa incipiente, Marco ha dado en poquísimo tiempo un paso adelante para convertirse en Una Nueva Esperanza para el mallorquinismo, como si de un Luke Skywalker al rescate de la república se tratara. Todo el mundo habla de él, de lo que puede aportar y del futuro que le espera, sin haber jugado más que once partidos. Ya dijo Lluis Carreras el pasado domingo que Marco no es futuro (que también), si no presente.

Pese a lo aún poco que se le ha visto, queda claro que Asensio alberga cualidades de las que carecen algunos de sus compañeros. De entre todas, la que más me llama la atención es su capacidad de asumir la presión. No es sencillo, y menos para un chico -porque eso es lo que es, al fin y al cabo- ingresar en el partido cuando tu equipo te necesita y que no te flaqueen las piernas. Tampoco hacerte con la titularidad nada más cumplir la mayoría de edad y querer ser el duelo de la pelota. Ello habla de una personalidad muy especial, más aún teniendo en cuenta lo nutrida que está la plantilla de jugadores que deberían tirar del carro mucho antes que él. Pide la pelota como si le perteneciese, como si llevase su nombre escrito y pudiese jugar quién él quisiera.

Seguramente, más allá del gol, el último disputado fue su mejor partido. Su actuación ante el Tenerife fue un mar de gestos técnicos, detalles, disparos y pases. Le quedan mucho por trabajar, es un futbolista aún en fase de aprendizaje tal y como deja entrever su edad, y su capacidad puede crecer exponencialmente. Dependerá de él y de los que le rodean. Pese a todo, y siendo ya jugador de presente, a Asensio se le advierten capacidades de Jedi, de aquella estirpe de jugadores que hacen fácil lo que para el resto es dificilísimo.

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