La Copa, un torneo ninguneado que debe ser revalorizado

Formación del Athletic Club con la Copa del Rey de 1903

La Copa del Rey es el torneo futbolístico más antiguo de España, ya que su origen data de 1.903 —26 años antes que la Liga— y, recibiendo distintos nombres, se ha celebrado ininterrumpidamente desde entonces, con la excepción del lapso 1936-1939. De un tiempo a esta parte el campeonato más longevo de nuestro fútbol ha ido perdiendo importancia y, por consiguiente, interés entre los aficionados —esta última afirmación la aclararemos más tarde—.

Las ligas reciben el valor que merecen: todos contra todos y, al final del curso, se ve quien ha hecho más méritos porque siempre gana el que ha sido más regular, el que ha sido mejor. Pero la copa, particularmente en el ámbito español, está minusvalorada por sus dirigentes, tratada como la hermana fea a la que hay que aguantar para estar con la guapa. Debido a su carácter eliminatorio, la Copa posee una naturaleza propia, muy diferente a la de la Liga pero no por ello peor. En la Copa todo puede pasar: un día malo manda para casa al más pintado y un momento de inspiración puede elevar a los altares al más pecador. El sobrenombre del Torneo del Caos no debe entenderse como algo negativo, sino todo lo contrario: en la Copa los peces pequeños se pueden comer a los más grandes.

Los equipos menos potentes tienen prácticamente imposible ganar una Liga pero la Copa es otra historia, todo el mundo puede tener su momento de gloria. Para muestra, el palmarés: en los últimos quince años sólo cinco equipos han logrado ganar la Liga: 6 el Barça, 5 el Madrid, 2 el Valencia, 1 el Atleti, el año del doblete, y 1 el Dépor, el equipo más pequeño que la ha ganado nunca. La Copa, por el contrario, tiene el doble de campeones, diez, en el mismo período de tiempo; uniendo a los equipos ganadores de la Liga anteriormente mencionados: Sevilla, Zaragoza, Betis, Espanyol y Mallorca. Diez campeones diferentes en quince años. Si eso no es una competición atractiva…

Este año el hecho de que se fue previendo un duelo en la final entre Barça y Madrid le ha dado más minutos y columnas en los grandes medios de comunicación, que han estado pendientes de la Copa como hace mucho que no lo hacían. Pero no nos engañemos: ha ocurrido así porque Barça, Madrid y sus mil y una polémicas, reales o ficticias, se ha convertido en una mina para una prensa que cada días es menos exigente consigo misma. Pero todos sabemos cómo se ha ido ninguneando la Copa del Rey en los últimos años, hasta convertirla en un torneo incómodo que siempre aparecía para molestar e interrumpir la Liga.

Una de las medidas que siempre se ha tenido en cuenta en la calle, pero no así en los despachos, es la de premiar al campeón de Copa con una plaza de Champions League. Yo estoy de acuerdo con ello por varias razones: la primera es que nunca he entendido cómo puede jugar la Liga de Campeones el tercero o el cuarto de una Liga (ya no digo ganarla…). La segunda y más importante está en que beneficiaría mucho a la Copa, dándole un gran empujón hacia el camino de la revalorización. Con el sistema actual, pasaríamos a ver a muchos equipos reservar jugadores en Liga para el próximo partido de Copa, y no al revés, como ocurre habitualmente: para los equipos de Primera de media tabla para arriba, la Copa es El Torneo de los Suplentes.

Pero quiero ir más allá. Si de mí dependiera, sería aun más radical a la hora de buscar un proyecto que cambie la continua pérdida de interés en la Copa, volviendo a ponerla en el lugar que se merece, al lado de la Liga, no debajo. Para ello adoptaría (y adaptaría) el sistema de Copa que utilizan en la mayoría de los otros deportes de equipo en España: dedicarle una o dos semanas a la Copa en exclusividad, parando la Liga y celebrando una fase final con ocho equipos en una sola sede. Me explico:

Las primeras rondas deberían disputarse a partido único, en campo del equipo de menor categoría o por sorteo si ambos contendientes pertenecen a la misma división. Mantendría este sistema hasta llegar a los cuartos de final, cuando sólo queden los ocho mejores, y ahí pararía la competición. Aprovechando un hueco entre las diferentes fases de las competiciones europeas, programaría la fase final de la Copa, desde los cuartos hasta la final en una sola sede, ya sea en una ciudad —Madrid, por ejemplo, tiene el Bernabéu, el Calderón, el Alfonso Pérez…— o en varias cercanas que presenten una candidatura conjunta —A Coruña y Vigo, Gijón y Oviedo, etc—.

Cada ronda se jugaría a partido único y el ganador, además del propio honor de levantar la Copa, sería premiado con una plaza en la Champions y no en la Europa League, como ahora. En total, se jugarían siete partidos repartidos en tres rondas, con lo cual no se necesitarían más de dos fines de semana (por ejemplo: cuartos un sábado, semis el miércoles, final el domingo). Así, como mucho se debería parar la Liga durante dos fines de semana (se podría jugar la última jornada en miércoles y/o la siguiente entre semana), mientras que ahora se necesitan hasta cinco fechas, ya que los cuartos y las semis se juegan a doble partido. De modo que el nuevo sistema tendría una notable ventaja en comparación con el actual: adelgazar el cargado calendario que tenemos en el fútbol español

Pero el principal valor que adquiriría el sistema de Fase Final sería la gran fiesta de fútbol que se viviría en la ciudad que albergara el minitorneo entre los ocho mejores equipos del campeonato. Claro que habría que realizar un gran trabajo de organización y que la presencia policial debería ser muy importante, pero considero que sería muy beneficioso para nuestro fútbol que cada año los habitantes de una ciudad, y sus visitantes, pudieran disfrutar de un festival de fútbol como nunca se ha visto en nuestro país.

Seguro que tras un par de ediciones, la Copa se revalorizaría y todos los equipos lucharían con todo por llegar a la Final a 8. Tanto por el premio que conllevaría (la plaza Champions) como por la propia exigencia de sus aficionados, que le acabarían transmitiendo a su equipo su deseo por participar en una semana dedicada al mejor fútbol del país. Quitando los oscuros intereses empresariales (empezando por la propia RFEF), que se me escapan, y la más que probable posición contraria de los equipos más importantes (Madrid y Barça ya se ha garantizado un puesto Champions prácticamente vitalicio con el reparto de los ingresos de retransmisión y preferirán que el torneo sea lo más sencillo y favorable para ellos), todos saldríamos beneficiados si la Copa volviera al lugar que se merece. Es una competición única, con unas virtudes de las que carece la liga regular y sería imperdonable que se le siguiera obligando a malvivir en el sótano de nuestro fútbol.

Notasdefutbol.com

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